sábado, 14 de diciembre de 2013

5 cosas que nunca pensé que me pasarían estando embarazada

Cuantas más semanas van pasando y echo la vista atrás, más me sorprendo de todo lo que estoy viviendo con el embarazo. Muchas cosas son simplemente minucias, pero hoy pensaba en ellas y me ha hecho gracia darme cuenta de estas 5 cosas que jamás pensé que me pasarían cuando me quedara embarazada.

1. Asco a beber agua

Al principio del embarazo leía compulsivamente síntomas y cosas que me pasarían: que si náuseas horribles, crecimiento y más crecimiento del pecho (¡yo ya me imaginaba de un día para otro como Yola!), agudización del olfato, asco a según qué comidas o hambre voraz, sueño irremediable... Y yo nada. Al menos nada significativo. El pecho crece sí, pero no descomunalmente; ¿sueño? ¡Ja! ¡Ojalá!; ¿hambre? Nada. Náuseas... sí, pero hasta que descubrí que me las provocaban las vitaminas dichosas tipo Ginenatal, Gestagyn, etc. Pero sí había algo que me llamaba la atención: no me entraba el agua. Imposible beberme los 2 litros de rigor. Me ayudé poniéndole un poquito de limón y bebiendo a sorbitos, o variando el tipo de líquido porque no había manera. Sin embargo, desde hace dos o tres semanas me bebo hasta el agua de los floreros. ¡Qué sed!

2. Pelitos en la tripa

Algo impensable para mí. ¿Pelos? ¡¿En la tripa!? Pues sí. Bueno, no es que sean pelos negros y recios, pero sí una pelusilla inquietante alrededor del ombligo que me ha dejado perpleja. Yo tengo poco vello en general, y rubio, por lo que verme pelitos que salen por aquí y por allá es, cuanto menos, desconcertante. Según me comenta la ginecóloga es debido a las hormonas (ya estamos, las hormonas, siempre las hormonas para todo), y después del embarazo se caen. Lo veremos.

3. ¡Roncar como un león!

El mito se ha roto. La que ronca ahora soy yo.
En general tengo mal dormir y ahora con el embarazo peor porque me hago pis a cada momento, o me duelen los huesos y tengo que moverme más que los precios. La cosa es que yo nunca he roncado (o al menos eso dicen), y yo me sentía como una linda princesita en el mundo de los sueños cada noche, aunque sea a ratos, hasta que el otro día me despierto pero por las risas del prepapá. ¿Qué pasa aquí? ¿A qué vienen esas risas? ¡Son las 4 am! ¿Qué puede ser tan gracioso a estas horas? Mis ronquidos. Según el prepapá me he convertido en una bestia feroz por las noches que amenaza terriblemente a cualquier intruso, una guardiana implacable de sueños. El crecimiento del útero que comprime todo para arriba o para donde quepa, y el aumento de las mucosas tienen la culpa. 

4. Que estaría tan tranquila

Momentos de felicidad
Ya lo he comentado en casi todos los posts, pero es que es verdad. Yo me imaginaba en una super nube y rodeada de mil flores de colores, como Heidi, con una alegría exultante y excitante, preparando todo como en las películas. Y no es así. Estoy feliz, pero voy tomando consciencia de lo que se avecina poco a poco, con mucha paz y mucha calma. Ya sabéis, cada cosa en su momento. He ido consiguiendo las cositas que he creído importantes poco a poco, comparando precios, consultando opiniones, y la mayoría gracias a la ayuda de los amigos que ya tienen hijos. Muchas, cosas que ni imaginaba que se podrían necesitar. Pero de este asunto hablaré en otro post, de todo el consumismo que se mueve en torno a los niños. 

5. ¡Que me dirían que eran dos!

No podía faltar este punto. Hablas con tu pareja, comenzáis a pensar en la vida de otra manera y, un día, decidís poneros manos a la obra, a buscar UN bebé. Hacéis cuentas, planificas más o menos tu espacio, y una mañana de sábado te encuentras la noticia del test. Repites a los pocos días para confirmar. Que sí, que estás embarazada. ¿Y ahora qué? Pues nada, al médico unas semanas después: de momento hay saco embrionario. Una mañana te levantas manchando y vas a urgencias sola porque el prepapá está en el trabajo y no quieres preocupar a nadie, esperando la mala noticia que sabes que es muy posible que se produzca. Te hacen una eco. Miras de reojo el monitor y adivinas dos bultos negros con unas alubias blancas dentro. Destierras cualquier pensamiento sospechoso al respecto. Es la primera eco que ves, al fin y al cabo, y... El médico te suelta un "tranquila, está todo en orden. Escucha el latido del primero..." ¡¿Primero?! ¡¿Qué primero!? "Y aquí tienes el latido del segundo... Estás embarazada de mellizos". ¡Un momento! ¿¡Qué segundo!? ¡¿De qué me está hablando usted tan temprano!? Shock, risa compulsiva, incredulidad... Y ahora vas y lo cascas a la familia, así a pelo. Pero de esto también hablaré en otro post, de las increíbles reacciones de mi entorno al conocer la noticia.

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